Un mundo opresivo y futurístico.
El Gran Ordenador regula nuestro modo de vivir, dictaminando las reglas de un universo que debemos aceptar o morir. Todo acto que demuestre infelicidad está absolutamente prohibido, bajo pena de ser eliminado de la faz del complejo mundo en el cual habitamos. Zonas desconocidas rodean nuestro habitat, eternamente delimitado por las franjas que marcan los lugares por los cuales debemos pasar. Apoyar el pie fuera de la zona regulada para nosotros, también nos condenaría a desaparecer de la faz del lugar, para que un clon nuestro ocupe nuestro lugar.
Pasillos eternos, habitaciones diminutas donde pasamos las escasas horas de sueño permitidas. Vehículos extraños aparecen aquí y allí. Para colmo, la desconfianza está a la orden del día. Cualquiera puede ser un traidor. Incluso, si uno está enfrentándose al sistema, debe desconfiar de quien está al lado, frente al desconocimiento de qué pueda traerse entre manos.
De pronto, un llamado, una misión. Como ratas de laboratorio, debemos experimentar una droga energética. A la vez, pilotear un prototipo vehicular hacia zonas prohibidas. Y como si fuera poco, localizar y eliminar al cabecilla de la resistencia.
Estuvo bueno, después de tanto tiempo, volver a participar de una campaña de rol...
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