Estaba en casa y tenía que organizar unas cosas con mi vieja relacionadas con mi departamento. Renové el contrato y ella aparece como garante, así que debía pasar a dejar su firma en la inmobiliaria.
Marco el número y se produce el siguiente diálogo:
- Hola, ¿mamá?
- Si...
- ¿Sos vos, mamá? Te noto rara la voz.
- Si, soy yo querido. ¿cómo andás?
- Bien, bien...
- Me alegro...
- Che, mamá. Me dejaron un mensaje los de la inmobiliaria, tenés que...
(interrumpe)- Ah, no está equivocado.
- Perdón, la confundí con mi madre.
- Uy, y yo te confundí con mi hijo, sonás parecido...
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