jueves, diciembre 09, 2004

La "campaña" anticlerical

En estos días se está realizando una muestra en el Centro Cultural Recoleta que ha traído debates varios. No la he visto, por lo tanto no puedo decir nada sobre la misma, a pesar de que muchos diarios llenan sus cartas de lectores con críticas hacia la misma (¿habrán ido a la muestra todos aquellos que la critican, o simplemente hablarán por boca de otros?).
En medio del debate, apareció en el diario Página/12 del día de hoy, una interesante nota de opinión, debido a que la misma fue escrita por un sacerdote. Eduardo de la Serna se llama él, y el artículo es el siguiente:


La "campaña" anticlerical

A partir de la muestra de León Ferrari se han levantado voces “denunciando” una supuesta “campaña anti-católica” del Gobierno y medios de comunicación. Pero ¿existe esa campaña? Yo no creo que haya una “campaña contra la Iglesia”; sí creo que hay quienes se creen progresistas con actitudes agresivas hacia la Iglesia Católica. Para empezar, veamos lo simbólico. Sabemos la fuerza de los símbolos en cualquier cultura, tanto que los poderosos buscan apropiarse de ellos. Toda cultura tiene símbolos alimenticios, vestimentas, manifestaciones. Lo mismo cuenta para lo religioso. La fe católica romana tiene sus símbolos, muchos muy arraigados en la cultura latinoamericana. Muchas imágenes son expresión de eso... Como miembro de esta fe y cultura, quizá me duela ver una exposición donde las imágenes son manipuladas en otro sentido al del respeto que el pueblo les da. Lutero afirmó que “las imágenes son la Biblia de los pobres”. Por otro lado, cuando escucho a algunos periodistas decir “si no les gusta, que no vayan”, lo que en parte es cierto, no me parece tan cierto por otro. Porque ellos mismos “hablaron pestes” de la película de Mel Gibson por antisemita (no dijeron “si no les gusta que no vayan”). Como hablé en contra de la película, creo tener derecho a hablar. Para muchos la Iglesia Católica romana es “el” paradigma de lo conservador, represivo e inhumano. Entonces, queda bien criticarla. Reconozco que por un lado no me duelen esas críticas, a las que a veces les doy la razón, y habitualmente no me identifico con las respuestas eclesiásticas. Aunque creo que sería sensato manifestar las críticas de otra manera: muchas veces la agresividad no es sino síntoma de la propia impotencia o de algún problema no resuelto.
Por otro lado, veo que muchas veces tienen razón los que identifican la Iglesia Católica romana con lo retrógrado y lo inhumano. Y me pregunto: los que la critican, ¿dirían lo mismo si la Iglesia mostrara entusiasmada otro modelo? No lo creo. Si la obsesión eclesiástica es lo sexual, si la represión parece ser la única razón de muchas intervenciones, entonces la pregunta es si “eso” es la Iglesia. Si se escandalizan porque se manipula un símbolo, como las imágenes, mientras no se dijo nada que Videla comulgara, o que Menem usara símbolos religiosos en sus campañas, e incluso fotos con el Papa para su provecho; si no se escandalizan de que la gente se sigue empobreciendo porque se paga una deuda inmoral e ilegal; que la mitad de la población no tenga trabajo o salario digno; que el 60 por ciento de los menores son pobres; que la educación se deteriora; que los jubilados cobran miseria; entonces creo que no hay una campaña contra la Iglesia. O peor, ¡sí la hay! ¡y muy perversa! encabezada por muchos funcionarios e instituciones eclesiásticas que quieren mostrar a la Iglesia como una cosa vieja, necrófila y en la que no vale la pena estar si se quiere ser feliz.
Yo creo que la Iglesia es muy otra; y que la cosa sería diferente si mostrara otros modelos. ¿Qué pasaría si Angelelli y Romero fueran mostrados como modelos de obispos? ¿O Mugica, Ellacuría y otros como modelos de curas? ¿Si Mónica Mignone fuera ejemplo para los catequistas, y su padre Emilio modelo de cristiano en la sociedad civil? ¿Qué pasaría si los obispos hicieran suya la voz de las Abuelas reclamando por sus nietos secuestrados? ¿O si clamaran vehementemente para que quienes se llaman cristianos y sepan datos de los desaparecidos los hagan llegar a los organismos de derechos humanos? ¿Qué pasaría si la Iglesia hiciera pública su voz reclamando transparencia en funcionarios? ¿Y si hicieran suya la voz de los trabajadores de empresas recuperadas o cooperativas exigiendo a los empresarios una actitud justa y transparente? ¿Qué pasaría si los obispos visitaran más las villas que los despachos oficiales, y simandaran a sus mejores curas a los barrios marginales? ¿Qué pasaría si se declarara blasfemia y atentado contra Dios que hubiera un solo niño desnutrido o abandonado o un anciano solo y triste? ¿Qué pasaría si se convocara a todas las parroquias a un ayuno pidiendo que no se pague la deuda externa hasta que no quede claro qué se debe, cuánto se pagó y cuánto fue prestado irresponsable e ilegítimamente? Personalmente creo que la actitud hacia la Iglesia sería muy diferente. Quizá sería criticada por muchos de los que ahora la aplauden... Y eso me haría sentir más cómodo. Lo que sé, es que si la Iglesia hiciera esto sería más cristiana. Y eso no es poco.

- Eduardo de la Serna. Sacerdote.

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