jueves, septiembre 01, 2005

Frio y tos

Odio el invierno.
Uno siempre se enferma, se resfría, tiene que ponerse 235467 abrigos para que, una vez llegado a un lugar rebosante en calefacción, perder varias horas desabrigándose. Todo para luego volver a perderlas al abrigarse nuevamente.
Encima, por esas causas y cosas que tiene la vida, yo sufro una especie de cinusitis crónica, por ende, en estos tiempos de abundantes cambios de temperatura, si me agarra un ataque de resfrío, me agarra con todos sus decibeles.
Por eso es que el otro día me dirigí al Sanatorio Las Lomas, en el alto de San Isidro (a cuadritas nomás de la Panamericana) para hacerme unos análisis y radiografías, para que luego sean llevados a una otorrinolaringóloga a ver cómo evoluciono (o involuciono).

Fue el viernes pasado. Tuve un temprano despertar y me fui en AYUNAS (¡Pobre de mí), a hacerme todos los análisis. Me sacan las radiografías y luego un poco de mi roja sangre. Los análisis iban a estar anteayer martes.
Mi viejo pasa a buscarlos a la vuelta de su trabajo y ahí nos topamos con dos inconvenientes que demuestran que quien estaba a cargo ese día de ordenar, no estaba demasiado en sus cabales:

1) No aparecían los resultados. ¿Qué había pasado? Luego de buscar y volver a buscar, se dieron cuenta de que los mismos habían sido colocadas en la ficha de mi hermana.

2) Aquí viene lo peor. Estaban los análisis de sangre, una de las radiografías, análisis de las dos radiografías. O sea que faltaba una... La verdad, NO PODÉS PERDER UNA RADIOGRAFÍA!!!!!

Un punto para el sanatorio, punto en contra.

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