sábado, febrero 10, 2007

Cortesía en los bares

Uno por o general está acostumbrado a pulular por diversos bares y restaurantes. Cada uno con mozos más o menos amables, mas agretas, otros mas serviciales, etc.
Pero ayer en dos ocasiones nos han dado sendas muestras de gran cortesía. No una vez, sino dos veces en una misma velada, en dos lugares diferentes.
Claro, no fueron el obsequio, pero igual vale reconocerlo.

Yo había ido al centro a revisar la máquina del trabajo de una amiga, excusa que sirvió luego para ir a dar una vuelta por el centro. Aprovechando que estábamos en la franja horaria del happy hour encaminamos a un bar sobre Bartolomé Mitre, a media cuadra de Callao para disfrutar de un par de tragos.
Al rato, el primer regalo de la noche: Uno de los encargados del lugar se acerca con un plato y nos dice "Chicos, les dejo esto de cortesía". Nos había dejado unos cuatro o cinco bocaditos de queso muy ricos, que fueron devorados con avidez por nosotros.

Los bocaditos sirvieron solo para abrir mas el apetito, por lo cual la decisión posterior fue recalar en algún lugar para cenar. Luego de unas pocas vueltas, caimos en la tradicional pizzería Guerrín, un clásico de Corrientes. La cena consistió en una interesante pizzita con pollo y salsa, muy rica y power. Acompañaban la ingesta de alimentos una rica botella de moscato y unas soditas, obviamente en vaso aparte (si no, es un sacrilegio).

Una vez finalizada la cena, pedimos la consabida cuenta (siempre es la parte mas triste de toda comida afuera, el momento de pagar).
- Una pizza y un moscato, son tantos pesos. - dice el mozo.
- No nos cobraste las dos sodas. - Comenta un Emepol.
- Dejá, está bien así. - termina el camarero.

Que bueno, gente amable hay en todos lados...

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