Luego de varias jornadas en las sierras mediterráneas, aquí estamos de regreso en mi departamento de San Isidro, vuelta al trabajo con sus suministros, pedidos de filmaciones y teléfonos que suenan (pero no lo hacen precisamente en habitaciones vacías).
Para quienes quieran un rápido resumen diario, aquí les va:
2/1: Salida de Baires, con el campeón de Bragado, sumujer, una Sheila y las mascotas (Tibu, Bebé Conejito y Tolstoi). Salimos a las cuatro de la matina, prácticamente en punto, pero las inclemencias del tiempo que nos azotaron en plena ruta hicieron que termináramos llegando 16:30 a VCP. Los patitos ya nos esperaban allá. Cena en la "Casona de Chichi".
3/1: Por la mañana, ascención al cerro de la cruz. El campeón y sumujer se quedaron, el resto de los humanos hicimos el desafío. Una hora 10 minutos nos llevó el ascenso, y eso que hicimos tiempo para hacer unas escalas en pos de agua y varias más para sacar fotos a los espectaculares paisajes que se desplegaban frente a nosotros. La tarde nos encontró ya abajo con el resto de la comitiva. Aprovechamos para hacer una visita al acuario que se encuentra ahí al costado del complejo Aerosilla, para gran alegría del Tibu, a quien se le hacía agua la boca. Luego sí, aerosilla, laberinto y paseo autóctono allí arriba, donde inauguramos con el Muke la antedicha costumbre de desandar todo tipo de senderos.
Cena en parrillita.
4/1: Playa. Tanti fue el destino escogido. Almorzamos al lado del río, luego fuimos atrás, hacia la zona de la cascada. Imaginate: Bajo la misma te cae el agua a roletes, es un torrente sobre tu espalda, como un bruto-masaje. Difícil de describir, es una experiencia recomendable.
5/1: Córdoba Capital nos esperó. Como de costumbre, algunos viajaron montados en Felipe, el auto del bragadiense, y otros en micro, previo arreglo de un punto de encuentro en el destino. Luego de un almuerzo en el Patio Olmos, salimos a pasear por las peatonales. Córdoba tiene gran parte de sus calles de la zona histórica y alrededores dedicadas exclusivamente al paso de peatones, lo cual es una buena noticia. Paso por el cabildo y edificios históricos cercanos. Luego fuimos hacia el Parque Sarmiento. La idea era visitar el Museo Provincial de Bellas Artes. Yo fui en un par de ocasiones al municipal, que es precioso, pero no conocía éste. Afuera, el cartel anunciaba que estaba abierto de martes a domingos hasta las 19 hs. Siendo un viernes alrededor de las seis de la tarde, era esperable que esté abierto. Pero no, el destino nos jugó en contra y estaba cerrado, vaya uno a saber desde cuándo. Una inscripción garabateada por un decepcionado visitante no nos hacía sentir tan solos. Luego de unas deliciosas cervezas artesanales en un bar del parque, volvimos. La cena fue en lo que llamamos posteriormente "el lugar de Niño hippie", ya les contaré.
6/1: Visita a La Falda. Y ninguna de las chicas se puso pollera para ir, que falta de consideración. Yo tengo una foto en la cual estoy, literalmente, varado en Baradero, asi que quería una foto de alguien con falda en La Falda. Ya he contado acerca de los sobreprecios en algunos lugares y sobre la caprichosa disposición de las calles. Fuera de ello, es un lugar muy lindo para pasear. Salimos de vuelta ante el peligro que se cernía sobre nosotros: En la calle iba a dar un concierto Airbag.
7/1: El día estuvo nublado, pero fue condimentado con la llegada de Chevechita a la ciudad. Paseamos por la costanera y dimos un par de vueltas. Día tranqui.
8/1: Aquí fue cuando decidimos partir hacia Villa General Belgrano, munidos de nuestras carpas y bolsas de dormir. El camping elegido fue uno a la vera de un arroyo. Al lado del mismo corría un sendero que fue recorrido profusamente por nuestros inquietos pies. La caminata nos llevó desde la parte mas agreste hacia la más civilizada para posteriormente recalar en la villa y comprar cosas para cenar en una rotisería cercana al centro.
9/1: Excursión a La Cumbrecita, pueblo peatonal. La circulación de vehículos por dentro del pueblo está restringida. Ideal para aquellos que gustan de las caminatas. Paseamos con la excursión y hasta hicimos la consabida exploración de senderos, buscando el lago de Las Truchas. Ese día arribó Lautaro al grupo. A la noche, todos fuimos a cenar al Ciervo Rojo.
10/1: Volvimos a Carlos Paz. Queríamos ir a acampar a Mina Clavero (nombre que se debe a la deformación de Milac Navira, un cacique comechingón), pero las lluvias que caían sobre dicho lugar nos convencieron de no hacerlo, así que dedicamos la tarde a pasear por la costanera y disfrutar de una linda tarde en la que no hacía demasiado calor, y estaba ideal para pasear. El Tibu estaba como loco, mucha agua para hacerlo feliz.
11/1: Ahora sí, a Mina Clavero, pero en excursión que incluía paso por el bar de la fundación El Cóndor, Los Túneles (túneles enclavados en la montaña para permitir el paso de vehículos) y una parada de una hora en la misma ciudad de MC. Ah! Y un copioso almuerzo con chivito, empanadas, ensalada y papas fritas. Anduve medio día sin cámara digital, se había colgado probablemente a causa de la humedad.
12/1: Se volvió Sheila a Baires. Los últimos días fueron días de río. Nos fuimos nuevamente a Tanti, a un lugar medio escondido que quedaba agarrando un sendero que subía por el costado de la cascada y de ahí una buena caminata que según el resto de la gente que llegó antes, demandaba como una hora. A mí me llevó alrededor de 20 minutos. Es un sendero largo y sinuoso pero vale la pena. Se llega a otra cascadita con una olla de agua.
13/1: El último día a full fue aprovechado yendo a Mayu Sumaj, balneario distante a unos 15 km. de Villa Carlos Paz. Nadamos, comimos, nos reímos y hasta inventamos nuevos personajes que serán explotados en reuniones con cámara y subidos a Youtube (¿Aún no vieron mi video de "Una lágrima en el teléfono"?). El tiempo estuvo espectacular y medio mundo fue a los diversos balnearios mediterráneos. Así fue la vuelta, que ibamos todos a paso lento por la Cárcano.
14/1: Día de la vuelta. Luego de la posta de llaves a mi sobrino Diego (hijo de mi prima Viviana) que se venía a quedar unos días, partimos en el auto algunos, otros lo hicieron en micro. El viaje nos llevó otras 12 horas y media pero más por decisión nuestra que por el clima. Hicimos una escala de hora y pico en Villa María, donde paramos a almorzar. Yo aproveché y quise comprar El Diario pero cuando fui al kiosco ya se había acabado. Obviamente, pensaba leerlo en el viaje una vez que hayamos abandonado la ciudad. De todas formas, no pude leerlo, y eso que hace casi diez años alguien me aconsejó "Apurensé, mirá que sino después no hay diarios". La segunda escala fue en Rosario, donde paramos media horita a degustar unas gaseosas en el Parque Independencia. Y luego si, la recta final a casa y a descansar antes del regreso a la oficina.
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