Mientras algunos (unos cuantos) siguen con su agotado grito de basta de culpar a Callejeros, otros esperamos que finalmente se haga un poco de justicia.
Ya está cercana la fecha en que se dictará sentencia por lo ocurrido en República de Cromañón a fines de 2004, tragedia que culminó en la muerte de 190 personas.
Sin embargo, cuatro días antes de dicho día, los músicos (o algo así) de Villa Celina se van a estar presentando. Con la fecha de sentencia sobre sus cabezas, es lógico pensar que puede ser (recién ahora) el último show de los pirotécnicos muchachos expertos en el arte de lavarse las manos.
Ya se ha hablado mucho sobre esta actitud del grupo, mi opinión es harto conocida y hasta hemos visto el afiche de su recital anterior, donde el arte reproducía una citación judicial.
Pero en esta ocasión, el cinismo tocó techo, lo pasó y llego hasta la estratósfera:
Observen esa boca con costuras, referencia inequívoca a aquella remanida frase de "nos quieren tapar la boca". O sea, lisa y llanamente, censura.
Si nos ponemos a pensar, algo que precisamente no sufrieron los tipos, fue la censura.
Mas allá de la responsabilidad que le puede caber a cada uno de los involucrados, sabemos que Omar Chabán está esperando sentencia en su celda, y que la cadena de responsabilidades culminó con el alejamiento de Ibarra de la conducción de la ciudad de Buenos Aires.
Sin embargo, estos muchachos tocaron, grabaron discos plagados de referencias a jueces y juicios en las letras de sus canciones, volvieron a tocar, aparecieron en radios. O sea, de qué censura me quieren hablar.
Ojalá que en pocos días, la cosa cambie para bien. Todos los que amamos la música sabemos que la música no daña, pero las personas sí. Y por más que obviamente no fue la intención de Callejeros provocar la tragedia, no pueden permanecer ajenos a lo que sucedió.
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