Con más de una semana de atraso, viene la crónica del día indoors del festival Pepsi Music, con la presencia de Las Pelotas y La Mancha de Rolando. Dicha fecha se realizó en el estadio que, oh casualidad, lleva el mismo nombre del festival, aunque para los más vejetes, siempre fue y será el Estadio Obras.
Como ni Smitten ni Bulldog eran santos de mi devoción, me acerqué ya de noche al burbujeante estadio marquetineado, para presenciar los dos últimos shows, en especial la banda de los ex-Sumo. Todo gracias a una entrada que fue regalada el día que se compraron las de Cafe Tacuba. De esa manera, se pagó una sola entrada a medias. Eso sí, en popular, lugar al que nunca fui en otros shows (incluso cuando fui a ver a los EMF, tenía popular pero debido a la baja concurrencia de gente, fui al campo).
Y así fueron pasando los shows...
Es raro ver Obras desde la popular. Encima, en las columnas le agregaron hace poco un enrejado muy molesto, que logra que en ciertas partes se reduzca el ángulo de visión. Por suerte encontramos un lugar con buen ángulo...
Al poco de llegar y ubicarnos, La Mancha de Rolando comenzó su set, de alrededor de una hora y monedas. El grupo comandado por Manuel Quieto contó con una escenografía (o algo así) austera, que consistió en unas telas rojas colocadas sobre equipos y amplificadores. Es que el muchacho es pariente de un luchador revolucionario de los ´70, y queda re-cool entonces, ¿viste?
Siguiendo la costumbre tan en boga por muchas bandas, el show se centró solo en los últimos discos, de los cuales conozco poco y no me gustan tanto como en la época de Animal humano. Las bandas cambian y evolucionan, los gustos también. Otras bandas, no evolucionan demasiado.
De todas formas, contaron con un show potente que contó con la presencia de Fidel Nadal en "Cabrón", ese tema cuyo adolescente estribillo dice "Hey cabrón / where are you from? / somos distintos / por eso te matamos" y otras cosas de alto nivel compositivo. La presencia de Fidel y Gillespie también en ese tema fue lo mejor de la noche. El ex TTM cantó y rapeó, además de agregar partes de "Matador" (de Los Fabulosos Cadillacs) y "Andate", de su ex banda. El trompetista radiofónico agregó su cuota musical. Hubo alto nivel emocional en los seguidores rolandos con "Arde la ciudad", ya hacia el fin del show.
A las 22, salieron Las Pelotas a tocar. Ellos sí, tocaron temas de todas sus épocas. Arrancaron con "Día feliz" y enseguida le engancharon "Pará con la papa pa pa pará con la papa" (no, no estoy tartamudeando con el teclado, así se llama el tema). También mecharon temas de Basta, su mas reciente producción. Así sonaron "Siento", "Como un buey" o "Revolución" (cuya intro me hace acordar mucho a "Levanta polleras" del primer disco) entre otros temas nuevos.
A pesar de haber pasado ya un par de años de la tragedia de Cromagnon, parece que hay gente que no le importa nada y en el show pelotero alguien tuvo la "graciosa" idea de prender un par de petardos. Alejandro Sokol anunció que si se repetía esa escena se iba a ir y suspender todo, no le importaba si le hacían juicio ni nada. Dicho y hecho, pocos segundos después, un segundo petardo se oyó y el "Bocha" se retiró del escenario. Enseguida, al petardero literalmente lo echaron a patadas del estadio. Pocos minutos después, Sokol volvió y el show prosiguió.
Eso sí, la ausencia de Sokol no solo le sirvió para tranquilizarse. Durante el resto del show el Bocha parecía atacado por un acceso repentino de ADD, colgándose, y hasta no pudiendo sacar una lista de temas que estaba pegada (un plomo lo terminó ayudando).
Hubo bloque reggae con temitas como "Saltando" o "Me fui" y no faltó ese alegre tema llamado "Uva, uva". Hacia el final, "Esperando el milagro" desató un pogo liberador en el campo.
Pero faltaba mucho más, y llegaron "Sin hilo"; vino "Capitán América", con su típica referencia al himno yanqui; salió Gillespie (quien formó parte de la banda durante un tiempo) quien lidió con el mal sonido; nos fuimos de viaje a "Hawaii" y luego, el final a todo Sumo con "Debede", marcando el final de un show de casi dos horas.
Muy buen show a pesar de que el sonido dejó por momentos que desear. No por la forma en que se escuchaba específicamente, sino porque por momentos, el encargado de manejar los controles olvidaba subir el volumen de algún micrófono, dejando al cantante (les pasó tanto a Sokol como a Daffuncchio) solos con su retorno.
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