Gran revuelo gran han causado las declaraciones del "polémico Moreno" en relación a la importación de productos. Como si con el impuestazo a la tecnología tuviéramos poco, ahora parece que a partir del primero de junio habrá grandes restricciones a la importación de productos alimenticios, especialmente de aquellos que tienen un equivalente de producción nacional.
Para colmo de males, a menos de un mes que la medida supuestamente comience a tener efecto, aún hay dudas con respecto a cuáles son los límites exactos de la medida.
Algunas veces, más de uno me ha tildado de kirchnerista por celebrar alguna medida del gobierno con la cual estuve muy de acuerdo (peleas con "el campo", ley de medios audiovisuales), así que en esta ocasión puedo salir al frente y opinar que esta idea de Moreno me parece una soberana estupidez.
Me parece perfecto que se quiera incentivar la producción nacional. Sólo una persona con poca cabeza querría que a nuestros compatriotas les vaya mal. Pero ésta no es precisamente la forma más idónea de hacerlo, ya que las consecuencias pueden ser terribles tanto para la producción como para el consumo.
Durante la década del '90 tuvimos el efecto contrario. Una exacerbada incentivación a la importación de productos derribó los sueños de muchos pequeños (y no tanto) productores. En un país acostumbrado a pensar en negros y blancos (olvidando los siempre saludables grises), ahora la idea es hacer un giro de 180 grados.
Una de las cosas que pueden darse es que desde el extranjero se decida tomar la misma medida. Una especie de "vos no me comprás, entonces yo no te compro". Una porequería, ya sé. Pero más de uno estará en su perfecto derecho de hacerlo, y no tendríamos derecho a chistar. Y la industria dejaría de tener las ganancias de las exportaciones.
La otra consecuencia es una que golpearía al consumidor.
Seamos serios: no todo el mundo compra los productos importados. Algunos serán ricos, otros tendrán un packaging cool, pero los precios no son por lo general lo más accesibles a todo el mundo. No está mal que así sea. De hecho, la existencia de esos productos a esos precios, en cierta forma ayuda a regular los precios internos. Las productoras nacionales deben elaborar productos buenos y baratos, para poder competir en calidad y precio.
Sin un competidor que ayude a mantener un precio determinado, ¿quién dice que no cobrarán lo que quieran y cuándo quieran?
Más inflación, productos que antes estaban accesibles querrán ocupar el lugar "gourmet" de algunos importador, y el bolsillo medio y bajo, con menos opciones para elegir.
Aún quedan unos días para usar la cabeza y pensar alguna idea que incentive la producción nacional, sin perjudicar a nadie.
María, del blog Buenos Aires Foodies, también emite su opinión aquí.
3 comentarios:
NO ESTOY DE ACUERDO. A veces debemos confiar en la buena visión de nuestros gobernantes. Si existirá una traba a lo que venga de afuera será porque seguramente está perjudicando algún producto nacional.
Tu visión me hace acordar a aquella propaganda de la última dictadura donde se mostraba una silla nacional que era fuerte y buena porque competía con las extranjeras.
Por favor… en aquella nos quedamos sin sillas, sin mesas, sin industrias y sin trabajadores.
El tema tb es cual es el porcentaje real de personas que compran productos importados?
¿Cómo va a influir en la cantidad enorme de productos chilenos y brasileños que entran al país? estarán exentos? porque fueron arreglos comerciales entre cabezas de estado?.
No sé, creo que hay muy buenas cosas argentinas pero tambien muy buenos productos importados, pensemos en los supermercados " chinos" , en las comunidades que consumen alimentos importados por cuestiones culturales o religiosas.
No creo que sea un tema para tomar de manera tan liviana.
Hola Emepol.
Poner restricciones a la importación es una medida que no tiene nada de nuevo ni de original. se practica en muchos países o bloques de países para proteger a la industria local. Eso ocurre mucho en la Unión Europea, por ejemplo. En Francia, país productor de alimentos básicos e industrializados, el proteccionismo es realmente fuerte. También existen en Francia (nombro el ejemplo que más conozco) fuertes restricciones para la producción agrícola básica. No se trata de las laxas retenciones, sino de la lisa y llana prohibición de de sembrar más de cierta superficie con cultivos que no sean de interés para el Estado (cuando no se llega a prohibir tal o cual especie en todo el territorio nacional). El comentario de "Anónimo" merece atención. En esa publicidad de las sillas, se proponía que las sillas importadas eran mejores, entonces la apertura de la importación daría la posibilidad de comprar productos de mejor calidad, importados, y no sólo los de mala calidad, hechos en Argentina.
En "Bs As foodies", la autora menciona los productos alimentcios argentinos de buena calidad (clase A, los llama ella) que sólo se exportan y que no se consiguen en el mercado interno. Con medidas proteccionistas podrás obtener esos productos de buena calidad a precios accesibles, dado que serán producidos en el País y no serán importado. Así podremos disfrutar de una cultura gastronómica sin que eso se considere un lujo.
La medida en sí no es una estupidez. Claro que en Moreno yo confío poco, luego de sus intervenciones en el Indec. Aparte, creo que estaría bueno promover otras medidas para que se desarrolle la industria alimentaria a nivel nacional (líneas de crédito para equipamiento, capacitación del personal para la producción y la gestión, capacitación de la administración pública para control de calidad, etc.). Esa parte, creo que falta y es eso lo que puede hacer que esta restricción a la importación no resulte efectiva.
Para otras notas, tiro la idea de que en Argentina los productores y el Estado comiencen a desarrollar las denominaciones de origen.
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